Opinión

Bolivia frente a un nuevo intento de golpe de Estado

La pregunta es: ¿Cómo se preparó este fallido golpe de Estado? Al observar la coyuntura en el país durante los últimos cuatro meses, se puede ver una creciente tensión política con una alta especulación que trata de generar una sensación de crisis. Analistas afirmaban y aseguraban que Bolivia se dirigía hacia una hiperinflación, afirmaciones que carecían de fundamento, ya que los indicadores económicos reales del país desmentían dichas predicciones. Sin embargo, la mediatización pretendió a sembrar dudas, y gracias al accionar eficiente del Estado poco a poco se fueron desmoronando.

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Foto-Tanqueta en Palacio de Gobierno

La Paz, 27 de junio 2924

Martin Moreyra

En medio de una complicada espiral de sucesos, Bolivia enfrentó un nuevo intento de golpe de estado con características similares a los hechos ocurridos en 2019. El ex jefe del Ejército, Juan José Zúñiga, actualmente detenido por delitos de terrorismo y alzamientos armados, protagonizó este intento. La respuesta inmediata del presidente Luis Arce, llamando a la población a movilizarse y defender la democracia, fue crucial para mantener la estabilidad del país. Este evento subraya la necesidad de una comunicación efectiva sobre los logros del Estado y la importancia de mantener un diálogo constante con las organizaciones sociales.

En medio de una complicada espiral de sucesos, se ha hecho evidente que estuvimos frente a un nuevo intento de golpe de estado. Las características y la sintomatología de este evento tienen una connotación similar a los hechos ocurridos en el golpe de estado de 2019. Desde la manera de abordar el problema, tanto desde el ámbito mediático como político, se pueden observar paralelismos inquietantes.

La respuesta inmediata del presidente Arce, llamando a la población a movilizarse y resistir este intento golpista, ha sido crucial para mantener la estabilidad. En un emotivo discurso desde la Casa Grande del Pueblo, Arce enfatizó la importancia de la unidad y la defensa de la democracia: “Vamos a aplacar los apetitos inconstitucionales”. Este llamado a la movilización popular refleja no solo la necesidad de respaldar al gobierno, sino también de preservar el orden constitucional y el estado de derecho.

Para entender el fallido intento de golpe de estado protagonizado por el ex jefe del Ejército, Juan José Zúñiga, actualmente detenido en las celdas de la FELCN por delitos de terrorismo y alzamientos armados contra la seguridad y la soberanía del Estado, es crucial analizar los eventos recientes en la Plaza Murillo. Allí, el desplazamiento irregular de efectivos militares con vehículos blindados desencadenó un intento de golpe, en el que nuevamente los militares tuvieron una participación similar a la de 2019, bajo la consigna de “recuperar la democracia”.

En aquella ocasión, otro militar sugirió a Evo Morales renunciar a la presidencia, utilizando las armas como medio para “recuperar la democracia”. De manera similar, Zuñiga justificó sus acciones alegando que actuaba por el pueblo y la democracia, un argumento que también utilizó Kaliman en 2019 al pedir la renuncia del presidente Morales para permitir la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad en Bolivia.

La pregunta es: ¿cómo se preparó este fallido golpe de Estado? Al observar la coyuntura en el país durante los últimos cuatro meses, se puede ver una creciente tensión política con una alta especulación que trata de generar una sensación de crisis. Analistas afirmaban y aseguraban que Bolivia se dirigía hacia una hiperinflación, afirmaciones que carecían de fundamento, ya que los indicadores económicos reales del país desmentían dichas predicciones. Sin embargo, la mediatización pretendió a sembrar dudas, y gracias al accionar eficiente del Estado poco a poco se fueron desmoronando.

Esta polarización política permitió que algunos actores militares intentaran dar un golpe a la institución democráticamente elegida. El intento fue contenido gracias al apoyo incondicional de la población, que no quiere revivir los eventos de 2019 y un gobierno de facto que desmanteló la economía, mientras sus principales promotores salieron del país con maletas de dinero.

Ahora más que nunca es preciso ser más contundente con la comunicación efectiva de los logros alcanzados por el Estado en temas tan primordiales para la población como lo económico, la inversión pública, la proyección del país y, sobre todo, mantener un diálogo constante con las organizaciones sociales que acompañan el mandato del actual presidente de Bolivia.

Es fundamental mantener en agenda la necesidad de alejar la sombra de Evo Morales, quien fue uno de los actores que propiciaron el fallido golpe de Estado debido a su ambición de poder y su intento de manipular a un puñado de dirigentes sociales que buscan cualquier excusa para convulsionar el país. Este antecedente añade complejidad a la situación política.

Es imperativo que el diálogo prevalezca y que este actor político deje de dañar el proceso democrático que estamos viviendo. La administración actual debe trabajar incansablemente para consolidar estos avances y asegurar la estabilidad del país a través de una comunicación clara y unida, enfocada en los intereses de todos los bolivianos.

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